La cantante interpretó los éxitos que han sostenido su carrera por casi 49 años.
Era previsible que el tráfico se ralentizara en derredor del Auditorio Telmex de Guadalajara al acercarse la hora de inicio para el concierto de Ana Gabriel; los boletos se habían agotado con inusitada celeridad al lanzarse a la venta y el lleno ya era una certeza, quizá por las voces que sentenciaron que esta sería su gira “de despedida”.
Lo notorio para quien emprendió la odisea de ir a ocupar su asiento era el arrastre de la estrella mexicana y el peso de su trayectoria artística: un público de diversas edades, ríos de personas avanzando lento hacia los filtros y accesos, indumentarias de poca estridencia cromática -pocos brillos, cero transparencias- pero sí de formalidad sin exceso.
Por supuesto, ante un retraso, una breve rechifla no se hizo esperar y, después de todo, no es común avisar primera llamada cuando la presentación debía haber iniciado ya.
Ana Gabriel, fiel a su condición como artista internacional, desató la algarabía de la gente al aparecer en el escenario, al frente de la pequeña orquesta, una docena de músicos y elementos de coro que acompañaron a la cantante al abrir con potencia con el tema “Esta noche”.
El escenario, espectacular, flanqueado por pantallas gigantes y el centro una dividida en cinco secciones; iluminación cargada de azules y rojos; y Ana Gabriel comenzó su presentación luciendo un sobrio traje negro sobre blusa colorida, acompañada de los espectadores que corearon su nombre, una y otra vez, pero se enardecieron más cuando declaró que “Guadalajara es mi amor” y, aunque visiblemente delgada tras más de un año de gira, enfatizó que “me ha crecido el corazón”.
Fuente: Informador