El álbum marcó un cambio de sonido y de actitud para la escena, con una crudeza heredada del punk pero con la melodía como aliada.
Hoy, 24 de septiembre, se cumplen tres décadas de la publicación de Nevermind, la obra cumbre de Nirvana. Parece una ironía del destino, porque justamente los viernes pasaron a convertirse en los días de los lanzamientos discográficos, a partir del algoritmo que estableció Spotify. Si estuviera vivo, Kurt Cobain, líder del trío, seguramente hubiera preparado alguna jugarreta para desafiar y sortear las imposiciones de la industria musical. Aunque eso quedará acá, en el terreno de la especulación. Los únicos dos datos reales que se desprenden del segundo álbum de estudio de la banda erigida en Seattle es que apareció un martes y que cambió la historia del rock. Vaya peso el que le tocó, además, en 1991, considerado por muchos el último año en el que la música popular contemporánea vivió un punto de inflexión determinante. Puede que la avanzada centennial no esté de acuerdo con esta afirmación, porque actualmente experimenta la revolución del trap y el resto de las músicas urbanas, pero en ese año aún existía una bajada de línea de unos tipos con corbata, escondidos tras sus escritorios, que se remontaba a los orígenes de la cultura pop.
“Era una nueva era. El mundo estaba experimentando un cambio y se alejaba cada vez más de la definición del rock de los ’80”, recuerda el bajista Krist Novoselic. “El atractivo de Nirvana radicaba en sus melodías y su fuerza, inspiradas no sólo en el punk sino en una amplia variedad de predecesores del rock. Teníamos un conocimiento bastante amplio de la música. No éramos rockeros punk dogmáticos, a pesar de que veníamos de la escena hardcore estadounidense”. El fundador de la banda -junto a Kurt Cobain- considera que, a pesar del paso de los años, el álbum se mantiene realmente bien. “Es atemporal. Creo que parte de eso se debe a que las canciones son realmente buenas. La producción no es sofisticada. Es sólo bajo, batería y guitarra. No hay ningún tipo de sonido de moda. Sé que no podría haberse hecho mejor en esta época, por más que toda la tecnología esté a nuestro alcance”.
El baterista Dave Grohl coincide con la apreciación sonora de su excompañero de banda. “De lo que estoy más orgulloso es de la cruda sencillez de Nevermind”, dijo. “Nuestra intención era que algo tan simple fuera casi infantil. Ritmos y patrones fáciles, composición más directa. Mi objetivo era poner a ser air drummers a toda una generación de personas que nunca había estado ni siquiera cerca de una batería. Creo que el hecho de que mi instrumento suene así, tan fácil de asentir con la cabeza, es la razón por la que la gente todavía lo escucha”. El hoy frontman de Foo Fighters también revela: “Cuando me uní a la banda, en septiembre de 1990, sólo había escuchado a Bleach. Me encantó ese disco. Realmente se distingue de toda la otra música que estaba escuchando, principalmente por el sentido de la melodía de Kurt. Había mucho ruido, muchos riffs pesados y mucho punk rock circulando, pero había algo en Nirvana que los diferenciaba. La canción ‘About a Girl’ en Bleach simplemente sorprendió a todos. La banda tenía una gran variedad de dinámicas, no sólo musicalmente sino melódicamente”.
Creada en Aberdeen (Washington), en 1987, Nirvana había firmado un contrato con el sello independiente Sub Pop, con base de operaciones en la ciudad de Seattle. Luego de lanzar su primer disco, el ya mentado Bleach, el baterista Chad Channing dejó el grupo en 1990. Por lo que los integrantes restantes se pusieron a buscar a su sustituto. Tras ver en vivo a la banda de hardcore punk Score, de la que era parte Dave Grohl, Cobain y Novaselic quedaron impresionados. Como por arte de magia, al poco tiempo Score se separó, y Buzz Osborne, frontman de Melvins, lo puso en comunicación con el cantante y guitarrista. Grohl viajó a Seattle y fue invitado a ser parte del trío. En aquel entonces, Cobain se encontraba componiendo el nuevo repertorio, al mismo tiempo que le prestaba atención a lo que estaban haciendo en ese momento artistas como R.E.M., The Smithereens y Pixies. Había comenzado a mirar hacia otro lugar porque estaba desilusionado por la dirección que tomaron los músicos de la escena, quienes se conformaron con la estética musical impuesta por Sub Pop.
En 1990, Sub Pop empezó a tener problemas financieros, así que comenzó a circular el rumor de la venta de Nirvana a algún sello grande. O a una de sus filiales. El grupo sacó a cualquier posible intermediario del camino y empezó a buscar por su propia cuenta un nuevo hogar discográfico. Luego de reunirse con varias disqueras, el trío terminó firmando con Geffen Records, subsidiaria de DGC Records. Se los aconsejó su representante, quien a su vez manejaba a Sonic Youth, banda de la que el trío de Seattle era fan. Los representantes de la compañía sugirieron como productores a Scott Litt, David Briggs y Don Dixon. Sin embargo, aparte de encontrarse nerviosos por sentir que le vendían el alma a una multinacional, a los músicos no les gustaba compartir los porcentajes del álbum con los productores, entonces optaron por hacerlo con Butch Vig, quien había sido sugerido inicialmente por Sub Pop a partir del trabajo que había hecho con la banda Killdozer.
A Nirvana le dieron 65 mil dólares para hacer Nevermind, al tiempo que le asignaron el Sound City Studios, de la ciudad de Los Angeles. Si bien el estudio había sido reservado originalmente para marzo y abril de 1991, a pesar de la ansiedad de la banda por entrar a grabar, terminaron entrando en mayo y finalizaron en junio de ese mismo año. Antes de entrar a la sala, Cobain y los suyos demearon en Smart Studios ochos canciones: “Immodium” (titulada luego “Breed”), “Dive” (lanzada posteriormente como Lado B de “Sliver”), “In Bloom”, “Pay to Play” (rebautizada como “Stay Away”), “Sappy”, “Lithium”, “Here She Comes Now” (incluida en Velvet Underground Tribute Album: Heaven and Hell Volume 1), y “Polly”. Todo esto lo trabajaron previamente con Vig. Cuando se reencontraron meses más tarde, sin saber aún con qué se toparía en la sala de grabación, sumaron otros dos temas: “Come As You Are” y “Smells Like Teen Spirit”. Esa canción la habían estrenado en vivo en un recital que organizaron para pagar la nafta del viaje a California.
Para celebrar el número redondo, Nevermind tendrá una edición aniversario a partir del 12 de noviembre (incluirá a manera de rareza cuatro recitales pirateados). El disco no sólo sacó a la luz a la escena grunge que giraba en torno al grupo sino que también se convirtió en banda de sonido de una generación de jóvenes estadounidenses crítica con las políticas bélicas de su país, así como con una sociedad en la que parecían no tener espacios, voz y mucho menos esperanzas. Eso derivó en “la inadaptación, problemas de autoestima, soledad, incomprensión, apatía y nihilismo”, tal como señala Michael Azerrad en la biografía Come As You Are: The Story of Nirvana. Sin embargo, al margen de cualquier conclusión, Nirvana venció en medio de esa cólera gracias a unas canciones imposibles de contestar. Nevermind, que vendería 10 millones de copias y en 1992 lograría desbancar del número uno a Dangerous, de Michael Jackson, convirtió a los integrantes del trío (quizá contra su voluntad) en estrellas mundiales. Pero sobre todo en una amplificación a gran escala de la música como canal de desahogo.
Fuente: Página 12